Alrededor de 70% de la superficie del planeta está cubierta de agua, es decir unos 1.387 millones de kilómetros cúbicos. Es tal la cantidad de agua que, si pusiéramos toda el agua del mundo sobre la superficie de Sudamérica, tendríamos una columna de 80 km de altura.
En otras palabras, los océanos y mares contienen el 96.5 % del total del agua total de la Tierra, el 3,5 % restante corresponde a aguas continentales -la mitad está en forma de hielo-, 1,7 % corresponde a agua subterráneas, lo que nos deja con 1% de aguas superficiales como ríos y lagos. Y solo estas últimas están disponibles rápidamente para el consumo humano.
Se trata de un tema muy relevante, pues en los últimos 100 años hemos pasado de consumir 400 kilómetros cúbicos de agua a 5 mil kilómetros cúbicos de agua al año. Actualmente el mayor uso a nivel mundial es de aguas para irrigación agrícola (70%), industria (20%) y población (10%).
En tanto, el consumo humano no resulta despreciable si consideramos que en Europa una persona promedio consume al día más de 50 litros de agua potable en aseo personal, cerca de 50 litros en el W.C., más de 20 litros en lavado de ropa y vajilla, y otros 20 litros en actividades relacionadas con el hogar, jardín e incluso el automóvil.
Esto evidentemente constituye un riesgo, ya que las reservas de agua dulce están comprometidas por temas como el consumo excesivo, los efectos del cambio climático, desertificación de grandes extensiones de terreno y una población mundial creciente y cambiante, además de la afectación de fuentes de agua dulce por vertimientos o fuentes de contaminación, algunas difusas, como nitratos, pesticidas, herbicidas, entre otros. El crecimiento del consumo ad infinitum es incompatible con la preservación del ambiente.
Escucha aquí el episodio de nuestro Podcast WSP Al Día dedicado al Día Mundial del Agua
La importancia de entender y actuar
Para Naciones Unidas, la escasez que implica la disminución en la disponibilidad física del recurso se debe a fallas de las instituciones encargadas de garantizar un suministro regular, o a la falta de una infraestructura adecuada. La escasez de agua es un problema urgente y complejo que tanto los operadores de servicios de agua como los consumidores pueden ayudar a abordar mediante la gestión de información y el reconocimiento del riesgo actual y futuro.
Es urgente entonces concientizar a las personas sobre la necesidad de una gestión eficaz de los recursos, optimizar la toma de decisiones operativas en el tratamiento de agua y aguas residuales, y la distribución de agua para diversos fines, incluido el consumo, el baño y el uso por parte de las industrias y la agricultura.
Es por ello por lo que una forma de enfrentar este dilema es actuando sobre los usos de mayor volumen. Por ejemplo, aplicando técnicas de riego más eficientes en el mundo agrícola, o promoviendo la mayor reutilización de agua y tratamiento de efluentes en aguas industriales, así como realizar periódicamente balances hídricos en cada lugar para mejorar y ajustar el conocimiento de las reservas y recursos de agua.
¿Qué hacemos en WSP?
WSP ha incursionado en este tema con éxito en Nicaragua, donde participó en un proyecto de ahorro y uso eficiente del agua en un sistema de producción de caña de azúcar resiliente y de baja producción de carbono. Para ello se evaluaron las variables hidrológicas; hidrogeológicas e hidrometeorológicas, incluyendo data histórica de precipitaciones, modelos de cambio climático; variables territoriales como la topografía y el tipo de suelo; y la demanda de agua para riego a partir de pozos de bombeo y aguas superficiales. Mediante modelos numéricos se representaron las condiciones actuales de funcionamiento del sistema hídrico y de riego y se simularon escenarios futuros (considerando el impacto del cambio climático en el ciclo hídrico y las técnicas de riego utilizadas), así como la demanda actual de riego y la demanda futura.
Con esta información WSP sugirió una serie de medidas correctivas para anticipar los posibles impactos en las aguas subterráneas, no solo debido a los efectos del cambio climático sino también de las metodologías de riego utilizadas. Las medidas correctivas involucraron entre otros utilizar métodos más eficientes de riego, pasando de riego a manta a riego por aspersión o por goteo, por ejemplo; reducir los volúmenes extractivos de agua del acuífero y redistribuir las captaciones de agua subterráneas (disminuyendo la concentración de pozos por hectárea para disminuir la presión extractiva del acuífero), utilizar energía de fuentes renovables para el suministro eléctrico de los equipos de bombeo, incrementar el número de áreas con capacidad de almacenar agua superficial, que permitiera no solo satisfacer las demandas de riego sino contribuir a la recarga del acuífero en época de excedentes hídricos.
La celebración de días como este nos ayuda a tener un mayor entendimiento del ciclo hídrico de nuestras comunidades así como de las diversas actividades económicas que utilizan agua para evaluar el real impacto que tenemos en nuestro entorno ahora y mañana. Solo entonces podremos tomar decisiones racionales y razonables para implementar medidas correctivas y de prevención y por lo mismo reducir nuestra huella hídrica.
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