Según la ONU, cada año se vierten 11 millones de toneladas de plástico que terminan en nuestros océanos, ríos y lagunas, afectando gravemente los ecosistemas y acumulándose en los organismos vivos en forma de microplásticos. Por ello, este 5 de junio, en el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, se hace un llamado a imaginar un mundo libre de esta amenaza, con un enfoque especial en la contaminación por plásticos.
Desde su creación en 1972, este evento se ha convertido en una plataforma global para visibilizar y alzar la voz sobre las distintas condiciones que afectan el medio ambiente en el planeta.
En WSP, desarrollamos proyectos para enfrentar la contaminación en diversas formas, apostando por un enfoque que, a partir de la reflexión, motive y concrete acciones efectivas que reduzcan los impactos y ofrezcan soluciones sostenibles, tanto para las personas como para el cuidado del medio ambiente. En ese sentido, subrayamos la siguiente premisa: la mejor metodología para tratar la contaminación es no contaminar; y esto apela no solo a la responsabilidad de los gobiernos y de la industria, sino también a la sociedad en su conjunto.
Somos conscientes de que las actividades humanas, en cualquiera de sus formas, desde las personales y domésticas hasta las industrializadas que implican la extracción de recursos y la producción de bienes y servicios (pasando por toda la cadena de valor), generan impactos en el medio ambiente, muchos de ellos inevitables. Sin ir muy lejos, podemos pensar en la enorme cantidad de productos que usamos a diario y que requieren envases plásticos o, en un extremo más crítico, en los estragos causados en la naturaleza por accidentes ambientales.
De ahí la importancia de la voluntad efectiva de todos los actores para minimizar estos impactos, adoptando hábitos respetuosos con el medio ambiente en todas las esferas sociales, así como promoviendo políticas de gestión que subrayen la prevención y las mejores prácticas de cuidado ambiental. Es decir, aunque nos sumemos con entusiasmo a campañas como la de limpieza de playas y cuerpos de agua, debemos ir más allá: cuestionarnos cómo evitar que los plásticos u otros contaminantes lleguen al medio ambiente.
Por otra parte, frente a los impactos inevitables, es fundamental implementar medidas de mitigación y remediación que sean efectivas y viables, siempre que resulten aplicables. En WSP, dentro de nuestros proyectos de gestión de sitios contaminados, hemos desarrollado el análisis de riesgo a la salud y al ambiente en operaciones mineras e industriales de diversas zonas del país, donde se han reportado afectaciones al suelo, al aire, a cuerpos hídricos o agua subterránea, y a ecosistemas acuáticos y terrestres, y hemos comprobado que constituye una herramienta clave para proteger la salud humana y los ecosistemas, muy alineada con los objetivos del cuidado del medio ambiente.
En estos casos, mediante una adecuada caracterización de la contaminación que tuvo en cuenta las condiciones sitio-específicas del ambiente afectado, realizamos el modelamiento de los riesgos generados por los contaminantes presentes, con base en estudios ecotoxicológicos. La identificación de estos riesgos nos ha permitido determinar en qué medida se requiere realizar acciones inmediatas de descontaminación, así como establecer niveles de remediación que aseguren el bienestar de los receptores humanos y ecológicos. Además, nos ha permitido adoptar medidas técnicamente viables, costo-eficientes y, sobre todo, sostenibles.
En WSP, reafirmamos nuestro compromiso con soluciones sostenibles, y estamos convencidos de que esta metodología, junto con otras técnicas de evaluación y gestión ambiental, pueden contribuir a la preservación del medio ambiente. En este desafío cada acción cuenta. ¿Y tú, qué te propones hoy para el cuidado del medio ambiente?