Fuente: Visor de Escenarios de Cambio Climático.
Figura: Temperatura máxima.
Los efectos principales del cambio climático son por todos ya conocidos. En los ámbitos del ‘Agua y recursos hídricos’ y de ‘Costas y medio marino’ suponen un incremento de la temperatura, la modificación del régimen de precipitaciones (algunas zonas se pueden volver más húmedas y otras se volverán más secas), el aumento de la frecuencia y magnitud de fenómenos meteorológicos extremos (lluvias torrenciales, tormentas, olas de frío o calor, vientos…) con el correspondiente incremento del riesgo de inundación, la elevación del nivel del mar y de las alturas de marea y la disminución de las extensiones de hielo y nieve.
Adaptación progresiva
En definitiva, el cambio climático afecta al estado cuantitativo y cualitativo de los recursos hídricos, alterando tanto el ciclo hidrológico como los sistemas hidrológicos. Pero, ¿cómo tener en cuenta las consecuencias del cambio climático en el drenaje de infraestructuras?
“El diseño de infraestructuras no solo debe basarse en los datos históricos existentes y empleados habitualmente en ingeniería (series actualizadas de datos de precipitación), sino que debe ir más allá, y los procedimientos de obtención de precipitaciones máximas deben adaptarse considerando nuevos rangos como puntas de precipitaciones excepcionales, intensidades, duraciones de tormenta, etcétera”, precisa María Remedios Rebolledo.
Resulta importante que los datos hidrológicos de partida para la determinación de umbrales de escorrentía (usos, tipos y grupos hidrológicos de suelo) se ajusten a la situación actual de los terrenos y reflejen fielmente sus características reales.
Conviene también evaluar si los periodos de retorno empleados en el cálculo, solicitados por la normativa vigente o los organismos de cuenca, reflejan los últimos episodios excepcionales acaecidos en la zona de estudio. De no ser así, sería adecuado realizar un análisis del daño que puede ocasionarse y valorar el aumento de los períodos de retorno o la duración de las tormentas y tiempos de concentración considerados, de modo que los caudales máximos reflejen los sucesos extraordinarios.
En las obras de drenaje transversal, se aconseja estimar la magnitud de arrastre de sólidos en función del tipo de suelo y los caudales máximos previstos, con el fin de determinar la idoneidad de medidas específicas para el control de acarreos y sedimentos.
Por último, se precisa valorar de forma exhaustiva el material constitutivo a emplear en los elementos de drenaje superficial, de modo que ante flujos de agua variables y eventos extraordinarios, las velocidades máximas del agua en los mismos no produzcan daños y erosiones en su material constitutivo.
Las normas de cálculo y diseño de elementos de drenaje actuales requieren adaptarse progresivamente a las cuestiones indicadas con anterioridad, de forma que cualquier infraestructura de nuevo diseño pueda garantizar un funcionamiento adecuado ante los efectos del cambio climático.
“Si bien queda aún camino por recorrer, en tanto la normativa vigente se encuentre totalmente actualizada, resulta recomendable efectuar un análisis del riesgo y adaptación al cambio climático de los proyectos de infraestructuras, de modo que, en la medida de lo posible, se puedan prevenir los impactos o proponer las medidas necesarias para minimizar sus efectos”, afirma la manager de Agua de WSP Spain.