Las proyecciones del cambio climático elaboradas por los expertos de Naciones Unidas para las próximas décadas apuntan a un aumento constante de la temperatura y a una variación de los patrones de precipitación: las lluvias serán más intensas en el norte de Europa y disminuirán en las latitudes meridionales. La gestión del agua en un entorno donde los fenómenos meteorológicos extremos van en aumento representa un reto crucial para toda la sociedad. La mayoría de las infraestructuras de captación y almacenamiento de agua en Europa se diseñaron para gestionar un régimen de precipitaciones diferente, en muchos casos regulares a lo largo de casi todo el año, al que proyectan los científicos para las próximas décadas, poniendo a prueba nuestra sensibilidad a la frecuencia e intensidad de las lluvias.
Los cambios previstos por la incidencia del cambio climático traerán consigo importantes consecuencias para todos los países de la región paneuropea, que abarca una amplia gama de climas y entornos heterogéneos. Los efectos previstos por los expertos de Naciones Unidas abarcan desde los daños en las infraestructuras de abastecimiento de agua y alcantarillado hasta el cambio de las necesidades de consumo para mantener la hidratación, pasando por la degradación de las cuencas hidrográficas y de la calidad de las aguas de origen, el vertido de residuos humanos al medio ambiente, la reducción de la disponibilidad de agua y la contaminación de los suministros.
La organización internacional calcula que un 35% de la superficie de la Unión Europea estará sometida a un elevado estrés hídrico en la década de 2070, cuando el número de afectados por la escasez de agua será de 44 millones en comparación con los 16 que lo estaban en 2007. Europa se calienta más rápido que cualquier otro continente. En lo que va de 2022 ha soportado el segundo junio más caluroso registrado, con una temperatura media 1,6ºC por encima de la media, según el sistema de observación por satélite europeo Copernicus. Nada más comenzar la temporada de alto riesgo, se sucedieron los incendios forestales de alta intensidad. En España llovió la mitad de lo esperable. Italia ha decretado el estado de emergencia por la peor sequía en 70 años. Y el 3 de julio se derrumbó el glaciar alpino de la Marmolada.
Ante esta situación de crisis, es necesario que los gobiernos tomen medidas activas y urgentes para contrarrestar las consecuencias negativas del cambio climático. Desde el diseño de embalses preparados para gestionar los nuevos modelos de precipitaciones a la optimización y mantenimiento de los ya existentes, pasando por la mejora de la interconectividad entre cuencas hidrográficas, la renovación de las redes de abastecimiento, y la creación de nuevos sistemas de aprovisionamiento de agua, como la reutilización de agua residual para riego, la implementación de plantas de desalación, o, como ejemplo menos común, la construcción de sistemas de captación de la humedad atmosférica, los gestores públicos y privados, pero sobre todo los primeros, se enfrentan al reto de garantizar el abastecimiento de agua en un contexto de crisis climática y aumento de los fenómenos meteorológicos extremos.
España es uno de los países europeos que está experimentando un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos. Los datos muestran que cada vez hay menos precipitaciones en volumen neto y, cuando se producen, son más bruscas, lo que dificulta su captación. Y en algunas zonas del país, bien por la reducción de las precipitaciones o por su intensidad en cortos períodos de tiempo, las infraestructuras de almacenamiento de agua están al límite. Antes de la llegada del verano, los embalses españoles estaban al 49% de su capacidad, 20 puntos menos que la media de la última década.
En este contexto cada vez más complejo, los sistemas de abastecimiento deben garantizar el acceso al agua a toda la población para el consumo humano, para el regadío (en España hay cerca de cuatro millones de hectáreas dedicadas al regadío y ahí van destinados el 70% de los recursos hídricos del país, según datos del Ministerio de Transición Ecológica), la industria, la generación y almacenamiento de energía y reservar un caudal ecológico en todas las cuencas hidrológicas.
Actuaciones más eficaces en España
En un país como España, la optimización de los recursos disponibles y la gestión y renovación de los sistemas de almacenamiento y transporte de agua, se convierten en los pilares fundamentales para un adecuado aprovechamiento de los recursos hídricos. Por este motivo, las actuaciones de mejora de las infraestructuras deben dirigirse a la captación de nuevos recursos hidráulicos, la mejora de las infraestructuras de almacenamiento, tanto en capacidad como en funcionalidad, la ampliación e interconexión de las redes de abastecimiento y la modernización de las redes existentes para la minimización de fugas. En paralelo a estos aspectos, se debe también introducir una concienciación social en materia hidráulica en la población, de modo que los consumos sean también más racionales y adecuados a las demandas necesarias.
En una situación de complejidad como la esperada es necesaria la aplicación de las soluciones técnicas más eficaces para resolver las dificultades de abastecimiento de agua derivadas del cambio climático. Desde la optimización de los embalses a la eliminación de pérdidas por la antigüedad y el mal estado de las redes de abastecimiento, tal y como se ha realizado en entornos como el de las infraestructuras de regadíos del Bierzo, un ejemplo de actuación para la mejora de una infraestructura existente que permitió minimizar las pérdidas de agua por evaporación, mediante la sustitución de una red de canales de riego altamente ineficiente, por un sistema presurizado de distribución.
A falta de mecanismos y métodos de gobernanza adecuados en muchos países para hacer frente a la magnitud de los retos que se avecinan, la intensificación de las medidas incluidas en el Protocolo sobre el Agua y la Salud (acuerdo multilateral único en el que prestan servicio la CEPE y la OMS) puede desempeñar un papel fundamental. Este Protocolo puede apoyar el desarrollo de un menú de opciones para la inclusión del agua, el saneamiento y la salud en los planes nacionales para cumplir el Acuerdo de París sobre cambio climático.
Las medidas y los planes ejecutados ya en algunos de los países integrados en el Protocolo ilustran su eficacia: el 53% de las aguas residuales en Israel tiene tratamiento terciario (filtración y desinfección) y las aguas residuales tratadas se reutilizan, principalmente, en la agricultura. En Luxemburgo, la construcción de cuencas de retención de aguas pluviales, cuencas de aguas pluviales y estaciones de bombeo ayudará a gestionar los aumentos previstos de los periodos de lluvia.
En todas estas actuaciones, la ingeniería juega un papel fundamental y WSP confía en poder ayudar a crear un futuro sostenible y resiliente para las comunidades, las empresas y el entorno natural. A través de una amplia gama de capacidades multidisciplinares, desde la gestión del riesgo del agua y la modelización hidrológica hasta el control de la calidad del agua y la restauración del ecosistema, la ingeniería está preparada para idear soluciones innovadoras a los grandes retos que plantea el cambio climático.